Ruta: Las Bienaventuranzas y Mateo 25

Las Bienaventuranzas:

«Mateo, 5 1.Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. 2.Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 3.«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 4.Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra. 5.Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 6.Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. 7.Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8.Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 9.Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10.Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 11.Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. 12.Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. 13.«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. 14.«Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. 15.Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. 16.Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. 17.«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 18.Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. 19.Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. 20.«Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos. 21.«Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. 22.Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano «imbécil», será reo ante el Sanedrín; y el que le llame «renegado», será reo de la gehenna de fuego. 23.Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, 24.deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. 25.Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26.Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo. 27.«Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. 28.Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. 29.Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. 30.Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna. 31.«También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio. 32.Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio. 33.«Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. 34.Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo , porque es el trono de Dios, 35.ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén , porque es la ciudad del gran rey. 36.Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. 37.Sea vuestro lenguaje: «Sí, sí»; «no, no»: que lo que pasa de aquí viene del Maligno. 38.«Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 39.Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: 40.al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; 41.y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. 42.A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda. 43.«Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. 44.Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, 45.para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. 46.Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? 47.Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? 48.Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.»
Mateo, 5 – Bíblia Católica Online

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Mateo 25

«Mateo, 25 1.«Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. 2.Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. 3.Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; 4.las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. 5.Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. 6.Mas a media noche se oyó un grito: «¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!» 7.Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. 8.Y las necias dijeron a las prudentes: «Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.» 9.Pero las prudentes replicaron: «No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.» 10.Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. 11.Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: «¡Señor, señor, ábrenos!» 12.Pero él respondió: «En verdad os digo que no os conozco.» 13.Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora. 14.«Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: 15.a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. 16.Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. 17.Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. 18.En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. 19.Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. 20.Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: «Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.» 21.Su señor le dijo: «¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.» 22.Llegándose también el de los dos talentos dijo: «Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.» 23.Su señor le dijo: «¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.» 24.Llegándose también el que había recibido un talento dijo: «Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. 25.Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.» 26.Mas su señor le respondió: «Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; 27.debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. 28.Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. 29.Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 30.Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» 31.«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. 32.Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33.Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34.Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35.Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; 36.estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.» 37.Entonces los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? 38.¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? 39.¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?» 40.Y el Rey les dirá: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.» 41.Entonces dirá también a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. 42.Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43.era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.» 44.Entonces dirán también éstos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?» 45.Y él entonces les responderá: «En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.» 46.E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»»
Mateo, 25 – Bíblia Católica Online

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