XVI.BENDITA LA COMPASIÓN POR VUESTROS HERMANOS EN DESASTRE Y CALAMIDAD

(HABLA DIOS PADRE)

Cariño y criatura,

Abba, dime, escucho, estoy atenta

Hay algo, Criatura muy Mía que a veces olvidan, que viven sin ello, que en este siglo vuestro han descartado como cosa del pasado, como algo anticuado y cuya palabra pronunciada ya es extraña a vuestro vocabulario y es la palabra Compasión.

Se os ha olvidado lo qué es y cómo ejercerla, pero Yo os la voy a recordar. Han inventado palabras nuevas que se ajusten a lo que ahora pretendéis ser, pero creedlo, Mis Pequeños, no sois distintos a todos los hombres de todos los tiempos. Con tecnología avanzada o sin ella, sois lo mismo que todos Mis demás hijitos que han tenido existencia sobre la superficie de la tierra.

Todo lo que debéis ser es seres de compasión unos por otros, por todos: por la viuda, por el huérfano, por el ancianito, por el enfermo, por la mujer en necesidad; unos debéis ver por el bien de los demás, como lo que sois: verdaderos hermanos hijos del mismo Padre Dios.

Ninguno es ajeno a vosotros. No es distinto ni lejano a vuestra familia el que sufre calamidad en país extraño, sino que es el mismo corazón que es el Mío. ¿Lo podéis comprender, Mis Pequeños?

Ya no os conmovéis cuando oís que hay guerra en un continente que lo consideráis ajeno al vuestro; cuando una inundación arrasó con un pueblo, o cuando un tornado barrió con una comunidad. Eso, ahora, no les importa, no les interesa, no les conmueve.

Si no les llega al corazón la tragedia del hermano, si habéis perdido compasión unos por otros, ¿cómo os definís como Hijos Míos?, ¿qué es lo que os hace similares a Mí, sino es el Amor mismo?,¿os lo habíais preguntado, Mis Niños, Mis Pequeños?

¿Qué hacéis unos por otros?

¿Qué parte de vuestro diario vivir está dedicado a la compasión de unos por otros, a las santas obras de caridad?

¿Cuándo fue la última obra desinteresada que hicisteis por vuestros hermanos con la cual habéis cambiado una miradita de desesperanza a alegría y agradecimiento?

¿Cuándo fue que un pobre os bendijo por la ayuda que recibieron de parte de vosotros?

Pensadlo, meditad en ello, porque, Pequeños, no importa cuánto os golpeáis el pecho y cuánto proclaméis que Me amáis, si no os conmovéis y hacéis lo que está a vuestro alcance por aliviar el sufrimiento de vuestros hermanitos en calamidad, de nada os servirán vuestras palabras,  ¿lo comprendéis?

Yo no soy Padre que gusto que Me reciten Mi Evangelio, sino de que lo practiquen y de que sean El Evangelio mismo encarnado, como lo fue, como lo es Mi Amadísimo Hijo Jesucristo, ¿lo podéis comprender?

Si hasta ahora os habéis limitado a hablar de Mi Hijo, ahora os exhorto, Mis Pequeños, a que lo imitéis.

¿Qué no veis a Mi Santo Papa Francisco cómo él mismo encarna –hacer carne, Mis Niños, eso  es lo que “encarna” quiere decir- el mismo Evangelio, y vosotros creeréis que Yo Me conformaré con una religiosidad mediocre en estos tiempos en que no hay más que Hijos de Dios e hijos del mal. Esa religiosidad mediocre no os será suficiente para llevaros hasta el Final Glorioso, sino que os quedaréis por el camino porque aún cargáis con el fardo del mundo y tenéis una mano libre para vuestro Dios, pero la otra fuertemente asida al mundo orando por ser excepción y que la purificación no pase por vuestras casas.

Os lo repito: Dedicaos con ambas Manos a Mí y dejad de preocuparos por lo terrenal que es lo que la paja al fuego.

Dejad ya esa religiosidad aparente y mediocre en la que más os ocupáis de lo que tenéis, que de lo que debéis ser. ¿Lo comprendéis?

Vosotros sois ya Mi Resto Fiel y Santo, pero el camino se angosta a cada momento y vosotros os debéis ajustar a ello. No creáis que sois excepción. Tenéis Mi Santa Protección, pero debéis hacer con conciencia estas obras de amor que tanto requieren Mis hijitos en estos tiempos en que el amor se ha enfriado y son pocos, muy pocos, los que extenderán una mano hermana en ayuda. Si no lo hacéis vosotros, Mis Pequeños, ahora ¿quién lo hará?

¿Dejaréis que vuestros hermanitos en necesidad caigan en desesperación porque nadie los ayuda? y cuando claman por ayuda al cielo Yo, Vuestro Padre, toco vuestros corazones para que vayáis prestos en  su ayuda y si vosotros no lo hacéis, Mis Pequeños creen que no los escucho? Y no es así, pero si Mis ovejas no responden al llamado y no acuden  al auxilio de Mis ovejas…

Os lo ha dicho Mi Amadísimo Hijo Jesucristo, y os lo reipto: No hay regalo más grande para el Cielo que ayudar a una ovejita en necesitad y traerla de regreso al Padre.

¿Qué no veis que entre más estén en aprietos, más agradecidas son al ser rescatadas? Y es la oportunidad de que regresen a Mí y sean salvas. Pero si voltean y no encuentran ninguna mano hermana que las lleven a pastos más elevados, ¿hacia dónde irán?

¿Dejaréis que se llenen de rencor y que la desesperanza las fulmine?

Os lo digo: vosotros sois, en tierra, Mi Santa Voz y Mi Mano que auxilia y no los dejéis sin ello que de vosotros depende el futuro de muchas de Mis ovejitas. ¿Lo comprendéis, Mis Niños de Mi resto fiel?

Vuestro Padre que os Ama,

Dios.

HDDH

(Octubre, 06)

Año del Señor 2013

Y María del Getsemaní

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.